
Las cantantes no han tenido una vida sencilla, eso es obvio, pues son dos estrellas del merengue, que han caminado el mundo interpretando nuestra música de una manera exitosa, a la vez que son madres y esposas
Ser artista del género del merengue tiene sus particularidades y para las mujeres siempre ha sido cuesta arriba, en comparación a los hombres. Milly Quezada y Miriam Cruz no son excepciones y en sus casos han tenido que enfrentar desafíos, sin convertirse en víctimas, sin ser agresoras y llevando con dignidad la gracia de ser madres junto a la bendición de ser representantes dignas de un género que representa al país en que nacieron y del que sienten orgullosas.
Ver una mujer en un escenario bailando y cantando merengue, en avanzado meses de embarazo, resulta indescriptible, pero fue lo que “La Reina” y “La Diva” vivieron cuando decidieron llevar adelante sus carreras y a la vez procrear una familia.
Milly, viuda de su esposo Rafael Vásquez, procreó tres varones, en los años 80, cuando el merengue vivía un mayor esplendor.
En cambio a Miriam le tocó ser madre en la década de los 90, en un momento, en el que enfrentaba su proyecto artístico sin el apoyo de Wilfrido Vargas. Fue madre de dos, Mairym y Diego, los que procreó con Tuto Taveras, de quien a pocos años se divorció.
Milly también guarda buenos recuerdos: “Para mí fue todo muy orgánico y normal. Gracias a Dios hice mis embarazos saludablemente y mi médico me dio luz verde, pero con prudencia para desenvolverme en giras y eventos”.
Cuando llegaron los hijos la intérprete de “Volvió Juanita” contó con el apoyo de su madre Australia Quezada, y de una nana, Argentina Jiménez. “A Argentina mis hijos les llaman mamá; ella y mi madre se ocuparon de todos los detalles que se me hacían difíciles de cuidar”.